La fuga es “la expresión más compleja del arte polifónico” dejó escrito Xavier Quiñones en el capítulo de su Manual de Técnicas Musicales que se refiere a este tema.
Su padre melómano y violinista lo aficionó a la música formal de concierto y muy especialmente a la música polifónica desde que era pequeño.
A los siete años comenzó con las lecciones de piano en donde terminaría de enamorarse e interiorizar la música de Bach y la indescriptible sensación que le provocaba.
Sin abandonar nunca la música, pero sin pensar en dedicarse a ella, a los 16 se matricula en ciencias fisicomatemáticas en el IPN, compone pequeñas piezas al piano y sigue entrenando fútbol con la firme convicción de llegar a ser profesional.
No obstante, luego de la muerte de su hermano en un accidente de tránsito a principios de 1965, lo abandona todo.
1965
Fecha desconocida.
Pasado más de un año de duelo, su padre le regala un clarinete en una afortunada confusión: Nunca le ha gustado especialmente dicho instrumento, pero su padre ha malentendido algún comentario suyo y ahora se siente comprometido por el regalo. Decide entonces, sin muchas ganas, hacer el examen de ingreso a la entonces Escuela Nacional de Música de la UNAM como clarinetista.
No solo es aceptado, sino que recibe felicitaciones por el buen examen rendido.
1969
1968
Apenas con un año de estudio a cuestas, se reúne con otros compañeros de segundo grado y fundan un quinteto de alientos.
Anastasio “Tacho” Flores, maestro de instrumento Xavier Quiñones, considerado a la postre el padre de la escuela clarinetística en México, reconoce el talento y el tesón de los inexpertos jóvenes que practican largas horas día tras día mientras les dice en son de broma -así, así muy bien maestritos tocan ustedes feo pero fuertote. Así van bien- Asumiendo el rol de mentor del ensamble, se convierte en guía indispensable en el difícil quehacer de tocar música de cámara.
Nace así el Quinteto Mozart que a fuerza del empeño de sus integrantes se convierte en una agrupación de gran calidad interpretativa que se presenta en múltiples foros nacionales durante buena parte de la década de 1970.
1981
Xavier sabía que las piezas que había compuesto hasta entonces eran resultado de su disposición natural, de un empirismo casi completo y luego, en parte, de la técnica que iba adquiriendo en el transcurso de la carrera y sobre todo de la práctica, pero se sentía aún muy lejos de ser el músico que quería ser. Su búsqueda de un maestro de composición que retase su intelecto parecía ser infructuosa.
Al fin, en 1978 tiene la buena suerte de encontrarse al maestro Humberto Hernández Medrano y ser aceptado en el afamado Taller de Estudios Polifónicos, consiguiendo además una beca que le permite dedicar todo su tiempo al estudio. Decía que el maestro Hernández Medrano era extremadamente parco, estricto y con un vastísimo conocimiento y que había disfrutado cada momento del estudio.
No fue sino hasta 1982, luego de graduarse del curso, que se sintió por primera vez músico. Había escrito sus primeras fugas y poseía, ahora sí, todo el conocimiento teórico para ponerlo al servicio de su talento como compositor.
Durante las siguientes cuatro décadas, se dedicó sin pausa a explorar las posibilidades sonoras del contrapunto, a crear una nueva didáctica de la enseñanza musical ajustada a las necesidades de sus alumnos y a hacer arreglos de música para diversos ensambles de cámara y orquesta, siguiendo siempre su paradigma como compositor: Componer siempre por gusto, no tomarse muy en serio (decía que todas sus composiciones eran solamente ejercicios) y ser consciente de que de la música no se dejaba de aprender nunca, así que se consideraba un eterno estudiante.
En 1976, dirigiendo a la banda juvenil que había entrenado para la Delegación Magdalena Contreras, Ciudad de México.
Xavier Quiñones Solís (1949-2019) fue un compositor - polifonista y arreglista mexicano.
Estudió clarinete y piano en la Escuela Nacional de Música (Hoy Facultad de Música) de la UNAM bajo la guía de Anastasio Flores y Néstor Castañeda.
Fue becario de la Orquesta Sinfónica Nacional de Luis Herrera de la Fuente y luego de la OFUNAM de Eduardo Mata.
Fundó, junto a sus compañeros el Quinteto Mozart, con mas de una década de presentaciones.
Tomó clases de composición con Gerhart Muench y Mario Kuri Aldana para finalmente cursar y graduarse con honores del Taller de Estudios Polifónicos de Humberto Hernández Medrano.
Fue director y entrenador de diversas orquestas juveniles y conjuntos de cámara y concertista.
Compuso casi un centenar de piezas incluyendo música para televisión, radio y teatro.
Fungió como maestro de armonía, contrapunto, tratado de la forma, historia de la música y composición en la Escuela de Música del Estado de Tlaxcala por casi 20 años, donando para beneficio de los alumnos de esta institución más de 1700 páginas de arreglos para distintos ensambles instrumentales.